jueves, 16 de agosto de 2007

Porque afortunadamente siempre hay quien lo puede decir mejor...




Palabra




Palabra, vox exacta


y sin embargo equívoca;


oscura y luminosa;


herida y fuente: espejo


espejo y resplandor;


resplandor y puñal,


vivo puñal amado,


ya no puñal, si mano suave: fruto.




Llama que me provoca;


cruel pupila quieta


en la cima del vértigo;


invisible luz fría


cavando en mis abismos,


llenándome de nada, de palabras,


cristales fugitivos


que a su prisa someten mi destino.




Palabra ya sin mí, pero de mí,


como el hueso postrero,


anónimo y esbelto, de mi cuerpo;


sabrosa sal, diamante congelado


de mi lágrima oscura.




Palabra, una palabra, abandonada,


riente y pura, libre,


como la nube, el agua,


como el aire y la luz,


como el ojo y vagando por la tierra,


como yo, si me olvido.




Palabra, una palabra,


la última y primera,


la que callamos siempre,


la que siempre decimos,


sacamento y ceniza.




Palabra, tu palabra, la indecible,


hermosura furiosa,


espada azul, eléctrica,


que me toca en el pecho y me aniquila.




Octavio Paz




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