
Tarde y de carrera, espasmos de exposiciones y conversaciones cotidianas, un paso en falso frente a la certeza y entre tierras inalámbricas me encontré con un reloj que apuntaba más de las nueve treinta. Sin palabras jugué a dibujar lo primero que me vino a la mente, un perro, un intento de jirafa, o un perro que quería ser jirafa. Después volví a un café malo pero leal, un cigarro, mi primera vez pues nunca me ha gustado exhalar humo, y por último a la terquedad de creer que soy creativo...
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