jueves, 4 de octubre de 2007

Ceder, de ser, iguales, opuestos, hacer lo que los demás no harían, desear, que se acaben lo prejuicios, la guerra, el debate y el milenio. A bien terminamos por preguntarnos qué es la iguadad de géneros, porque escuchamos fragilidad, sensibilidad, fuerza y demás atributos humanos que exigen una acción, ser frágiles, sensibles y fuertes en un lugar, a una hora. Comenzamos por no entender de sexualidad, de relaciones y amistades. Buscamos estar en constante estrés, en la competencia, en el juego y por su teléfono.

Nos empapamos de comentarios didácticos sobre los hombres, las mujeres, ellas sobre ellos y todos contra todos, para evitar concluir en que nadie es de todos y todos somos ninguno. Es decir, mientras tengamos la idea de que un género es igual a una aspiración, o que se es débil por una combinación maldita de cromosomas, estamos perdidos de ser y cedemos entonces a nuestra infinita ignorancia.

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